Page 28 - 03. Saga Las Cronicas De Narnia
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catarata de agua inundó la cubierta; la popa y el castillo de proa parecían dos islas
separadas por un furioso mar. Arriba, los marineros estaban tendidos en la verga,
tratando desesperadamente de sujetar la vela. Un cabo roto colgaba al viento hacia un
lado, muy derecho y tieso como un palo.

       —¡Vaya abajo, Señora! —gritó Drinian.
       Lucía, sabiendo que los marineros —y marineras— de agua dulce son un estorbo
para la tripulación, trató de obedecer de inmediato. Pero no le fue fácil. El Explorador
del Amanecer estaba terriblemente escorado a babor, y la cubierta se inclinaba como el
techo de una casa. La niña tuvo que gatear de un lado a otro hasta llegar a lo alto de la
escalera, afirmándose a la barandilla; se quedó muy quieta mientras dos hombres subían y
luego bajó como pudo. Fue una suerte que estuviera bien sujeta, pues al pie de la
escalera otra ola atravesó la cubierta bramando y llegó hasta sus hombros. Lucía ya
estaba calada hasta los huesos con la espuma y la lluvia, pero esto fue más frío. Después
se abalanzó a la puerta de su camarote, entró y dejó afuera la espantosa vis ión de la
rapidez con que se internaban en la oscuridad, pero no pudo acallar la terrible confusión
de chirridos, gemidos, chasquidos, estruendos, rugidos y bramidos que sonaban mucho
más impresionantes allí abajo que en cubierta.
       Y el día siguiente y el subsiguiente fue lo mismo, y así siguió hasta que apenas se
podían acordar de cuándo había empezado. Y todo el tiempo tenía que haber tres
hombres al timón, ya que menos no habrían podido mantener el rumbo. Y siempre debía
haber gente en la bomba. Nadie podía descansar, nada se podía cocinar y nada se podía
secar. Un hombre se perdió en el mar. Y no veían nunca el sol.
       Una vez que pasó la tormenta, Eustaquio hizo la siguiente anotación en su diario:

       “3 de septiembre

       “Es el primer día en años que puedo escribir. Nos agarró un huracán que duró trece
días y trece noches. Lo sé porque he llevado una cuenta muy minuciosa, aunque los
demás dicen que son doce. ¡Qué agradable embarcarse en un viaje tan peligroso con gente
que ni siquiera sabe contar bien! He pasado momentos horribles; hora tras hora subiendo
y bajando con inmensas olas, a menudo empapado hasta los huesos, y ni siquiera han
hecho un intento de prepararnos una verdadera comida. No hace falta decir que no tenemos
radio, ni siquiera un cohete, así que no hay ninguna posibilidad de hacer señales para que
vengan a ayudarnos. Todo esto prueba lo que les he dicho todo el tiempo. Que es una
locura echarse a navegar en un botecito apolillado como éste. Sería bastante malo aun
estando con gente decente, en vez de demonios con forma humana. Caspian y Edmundo
son muy crueles conmigo. La noche que perdimos nuestro mástil (ahora sólo queda un
pedazo de palo) me obligaron a salir a cubierta y a trabajar como un esclavo, a pesar de
que no me sentía nada de bien. Lucía metió su cuchara diciendo que Rípichi p estaba
ansioso por ayudar, pero que era demasiado pequeño. Me pregunto si no se dará cuenta
de que todo lo que hace esa pequeña bestia es por lucirse. Incluso a su edad ella podría
tener un poco de sentido común. Hoy día, por fin este maldito bote está tranquilo y ha
salido el sol, y todos hemos estado horas y horas discutiendo sobre lo que haremos.
Tenemos suficiente comida para dieciséis días, aunque puras porquerías. (El agua barrió
por la borda todas las aves de corral. Aunque no lo hubiese hecho, la tormenta les habría
impedido poner huevos). El verdadero problema es el agua. Parece que dos de los
barriles tienen agujeros y perdieron toda el agua (nuevamente la eficiencia n a r n i a n a ) .
Con pequeñas raciones de medio litro al día, tendremos lo necesario p ara doce días (aún
queda un montón de ron y de vino, pero incluso ellos se dan cuenta de que eso los haría
tener más sed).
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