Page 39 - 03. Saga Las Cronicas De Narnia
P. 39

VII COMO FINALIZO LA AVENTURA

—¿Mirar qué? —preguntó Edmundo.
       —Miren el emblema en la pulsera de oro —dijo Caspian.
       —Un pequeño martillo y sobre él un diamante con forma de estrella —dijo

Drinian—. ¡Pero si lo he visto antes!
       — ¡Haberlo visto! —exclamó Caspian—. Claro que lo has visto. Es el símbolo de

una gran casa narniana, es el brazalete de lord Octesiano.
       — ¡Villano! —gritó Rípichip al dragón—. ¿Te has devorado a un lord

       narniano? Pero el dragón sacudió violentamente la cabeza.
       — O tal vez —dijo Lucía—, él es lord Octesiano transformado en dragón por obra

de algún encantamiento, ¿no creen?
       —Ninguna de las dos cosas —dijo Edmundo—. Todos los dragones coleccionan

oro. Pero creo que podemos suponer que lord Octesiano no pasó más allá de esta isla.
        — ¿Eres lord Octesiano? —preguntó Lucía al dragón.

       Y luego, cuando el dragón sacudió tristemente su cabeza, Lucía preguntó:
        — ¿Eres alguien que está encantado? Un ser humano, quiero decir.

       Y el dragón asintió con su cabeza violentamente. Entonces alguien preguntó (la

gente discutiría después si fue Lucía o Edmundo):
        — ¿No serás..., no serás Eustaquio por casualidad?

       Y Eustaquio movió su terrible cabeza de dragón, batió con fuerza su cola en el

mar, y todos dieron un brinco hacia atrás (algunos marineros lanzaron exclamaciones

que no transcribiré) huyendo de las inmensas y quemantes lágrimas que salían de sus

ojos.

       Lucía trató por todos los medios de consolarlo; incluso se armó de valor y besó su
cara escamosa, y casi todos dijeron “¡qué mala suerte!”, y varios aseguraron a Eustaquio

que estaban dispuestos a ayudarlo, y muchos dijeron que seguramente habría alguna

manera de romper el encantamiento y que lo tendrían perfectamente bien en un par de

días. Y, por supuesto, estaban muy ansiosos de escuchar su historia, pero Eustaquio no

podía hablar. Más de una vez, en los días siguientes, trató de escribir su aventura en la

arena, pero nunca le resultó. En primer lugar, Eustaquio (por no haber leído nunca un

buen libro) no tenía ni la menor idea de cómo contar una historia en forma clara; y, por

otro lado, los nervios y músculos de la garra de dragón que tenía que usar nunca habían

aprendido a escribir, ni tampoco estaban hechos para hacerlo. Como resultado, jamás

alcanzó a terminar antes de que subiera la marea y borrara todo lo escrito, salvo los

trozos que él ya había pisado o barrido accidentalmente con su cola. Y todo lo que

pudieron ver los demás fue algo así (los puntos corresponden a las partes que Eustaquio

había emborronado):
       “Fui a dorm... cva aev quiero decir cueva del dragón, porque estaba muerto y...

ovia tan fuer... desperté y pu... sacarrr mi brazo... ¡Ah, diablos!...”

       Fue claro para todos, sin embargo, que el carácter de Eustaquio había mejorado

muchísimo al transformarse en dragón. Estaba ansioso por ayudar. Sobrevoló toda la isla

y se encontró con que era sumamente montañosa y que estaba habitada solamente por

cabras salvajes y manadas de jabalíes, de los cuales cazó una gran cantidad que trajo para

reabastecer el barco. Pero era un cazador muy humano, pues podía matar a una bestia

con un solo golpe de su cola, de manera que ésta no sabía (y probablemente todavía no

sabe) que la habían matado. El se comía unos cuantos animales, claro está,
   34   35   36   37   38   39   40   41   42   43   44