Page 43 - 03. Saga Las Cronicas De Narnia
P. 43
musculosos y que dejan bastante que desear si los comparas con los de Caspian, pero
estaba tan contento de verlos... Después de un momento el león me sacó del agua y me
vistió...
— ¿Te vistió? ¿Con sus patas?
—Bueno, no me acuerdo muy bien de esa parte. Pero de una forma u otra lo hizo y
con ropa nueva; en realidad, la misma que llevó puesta ahora. Y de repente me encontré
de vuelta aquí, lo que me hace pensar que todo ha sido un sueño.
— No, no fue un sueño —dijo Edmundo.
— ¿Por qué no?
—Bueno, en primer lugar está la ropa y, en seguida, porque has sido desdragonado.
— ¿Qué crees que pasó entonces? —dijo Eustaquio. —Creo que has visto a Aslan
—respondió Edmundo.
— ¡Aslan! —dijo Eustaquio—. Muchas veces he oído mencionar ese nombre desde
que nos embarcamos en el Explorador del Amanecer, y yo sentía, no sé por qué, que lo
odiaba. Pero entonces yo odiaba todo. Y a propósito, quisiera disculparme, porque me
temo que he sido lo más bruto que hay.
— N o importa —dijo Edmundo—. Entre nosotros, te diré que no te has portado tan
mal como me porté yo en nuestro primer viaje a Narnia. Tú sólo fuiste un burro; en
cambio yo fui un traidor.
—Bueno, mejor no me lo cuentes entonces —replicó Eustaquio—, pero dime,
¿quién es Aslan? ¿Lo conoces?
—Bueno..., él me conoce a mí —dijo Edmundo—. Es el Gran León, el hijo del
Emperador de Más Allá de los Mares, que me salvó a mí y salvó a Narnia. Todos lo
hemos visto, pero Lucía lo ve más a menudo. Y tal vez es al país de Asl an a donde
navegamos ahora.
Por un rato ninguno de los dos habló. Ya había desaparecido la última estrella
brillante, y aunque no podían ver la salida del sol por las montañas a su derecha, supieron
que ya amanecía, porque el cielo sobre ellos y la bahía al frente, tomaban el color de las
rosas. Luego, un pájaro, parecido a los papagayos, gritó en el bosque, a sus espaldas;
sintieron que algo se movía entre los árboles y, por último, sonó el cue rno de C a s p i an.
El campamento ya estaba en movimiento.
Hubo gran alegría cuando Edmundo y el recuperado Eustaquio se unieron al círculo
para desayunar alrededor de la fogata del campamento. Y ahora sí, todos escucharon la
primera parte de la historia. La gente dudaba si el otro dragón habría matado a lord
Octesiano varios años atrás, o si el mismo Octesiano era el viejo dragón.
Las joyas con que Eustaquio se había repletado los bolsillos en la cueva, habían
desaparecido junto con la ropa que llevaba entonces, pero ninguno de ellos, y Eustaquio
menos que nadie, quería volver a ese valle en busca de más tesoros.
Algunos días después, con mástil nuevo, recién pintado y bien abastecido, el
Explorador del Amanecer estaba listo para zarpar. Antes de embarcarse, en un peñasco
liso que miraba hacia la bahía, C a s p i an hizo grabar la siguiente inscripción:
ISLA DEL DRAGON
DESCUBIERTA POR CASPIAN X, REY DE NARNIA, ETC.
DURANTE EL CUARTO AÑO DE SU REINADO
AQUI, SEGUN SUPONEMOS, ENCONTRO LA
MUERTE LORD OCTESIANO
Sería acertado, y casi, casi la verdad, decir que “desde ese momento en adelante,