Page 8 - 03. Saga Las Cronicas De Narnia
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II A B ORDO DEL EXPL OR AD O R DEL AM AN E CER

 — ¡ A h ! Ha llegado Lucía —dijo Caspian—. Te esperábamos. Este es m i capitán, Lord

Drinian.

       Un hombre de pelo negro dobló una rodi lla ante Lucía y besó su mano. Sólo se
encontraban presentes Edmundo y Rípichip.

        — ¿Dónde está Eustaquio? —preguntó Lucía.
       — En su cama —respondió Edmundo—, y creo que no podemos hacer nada por él.
Lo único que se logra al tratar de ser amable con él, es que se ponga peor.
       —Mientras tanto, tenemos que conversar —dijo Ca sp ian.
       —Por supuesto —convino Edmundo—, y, en primer lugar, sobre el paso del
tiempo. Según nuestro tiempo, hace un año que nos fuimos de aquí, justo antes de tu
coronación. ¿Cuánto ha transcurrido en Na rnia?
       — Exactamente tres años —contestó Ca spian.
       —Y ¿todo anda bien? —preguntó Edmundo.
       —No supondrás que yo abandonaría mi reino y me haría a la mar si las cosas no
anduvieran bien —dijo el rey—. La verdad es que no podrían andar mejor. Los problemas
entre los Telmarinos, Enanos, Animales que Hablan, Faunos y demás, terminaron y el
verano pasado les dimos tal paliza a esos gigantes camorreros de la frontera, que ahora
nos rinden homenaje. Además, tengo un excelente regente para cuando estoy fuera:
Trumpkin, el Enano. ¿Se acuerdan de él?
       —Mi querido Trumpkin —suspiró Lucía—. ¡Por supuesto que sí! No podrías haber
elegido mejor.
       — Es leal como tejón, Señora, y tan valiente como... como... un ratón —dijo

Drinian.

       Iba a decir c o m o u n l e ó n , pero se dio cuenta de que los ojos de Rípichip estab an
fijos en él.

        — ¿Cuál es nuestro rumbo ahora? —preguntó Edmundo.
       —Bueno —comenzó Caspian—, es una historia bastante larga. Tal vez recuerden
que cuando yo era un niño, el usurpador, mi tío Miraz, se deshizo de siete amigos de mi
padre (que habrían estado de mi parte), enviándolos a explorar los desconocidos mares
del este, más allá de las Islas Desiertas.
       — Sí —respondió Lucía— y nunca jamás regresaron.
       —Así fue —continuó Caspian—. El día de mi coronación, con el consentimiento de
Aslan, juré que si lograba establecer la paz en Narnia navegaría hacia el este durante un
año y un día, con el fin de encontrar a los amigos de mi padre o saber de su muerte y
vengarlos si podía. Sus nombres eran Lord Revilian, Lord B ern, Lord Argoz, Lord
Mavramorn, Lord Octesiano, Lord Restimar y Lord... Lord... Me es tan difícil recordar el
otro nombre...
       —Rup, su Majestad, Lord Rup —recordó Drinian.
       —Rup, Rup, eso es —dijo Caspian—. Ese es mi objetivo principal, pero mi amigo
Rípichip tiene una ilusión aún más grande.
       — Todas las miradas se volvieron al Ratón.
       — Tan grande como mi buen humor —dijo éste—, aunque puede ser tan pequeña
como mi estatura. ¿Por qué no ir hasta el confín oriental del mundo? Y ¿qué podemos
encontrar allí? Yo espero encontrar el país de Aslan. Siempre es del este, del otro lado
del océano, desde donde viene a nosotros el gran León.
       — ¡Oigan, esa sí que me parece una buena idea! —exclamó Edmundo con voz de
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